martes, 1 de febrero de 2011

Etica y Cine: Requiem for a Dream

Por Esteban Fernandez

Réquiem Por Un Sueño  (Requiem For A Dream)



Dirección: Darren Aronofsky.
País: USA.
Año: 2000.
Duración: 102 min.
Interpretación: Ellen Burstyn (Sara Goldfarb), Jared Leto (Harry Goldfarb), Jennifer Connelly (Marion Silver), Marlon Wayans (Tyrone C. Love), Christopher McDonald (Tappy Tibbons), Louise Lasser (Ada), Keith David (Gran Tim), Sean Gullette (Arnold el psiquiatra).
Guión: Hubert Selby Jr. y Darren Aronofsky; basado en la novela del primero.
Producción: Eric Watson.
Música: Clint Mansell.
Interpretación cuartetos de cuerda: Kronos Quartet.

Argumento

El film narra la historia de cuatro personas que tienen importantes vínculos entre ellos. Por un lado está Sara Goldfarb, una mujer viuda y de edad que vive sola en su departamento ubicado en la soleada Coney Island. Su vida gira en torno a la televisión. Mas allá de que tiene una cantidad considerable de amigas y/o vecinas, Sara demuestra padecer una triste soledad. Así mismo, esta mujer recibe en ocasiones la visita de su hijo Harry Goldfarb, el cual hace tiempo no vive con su madre. La película comienza con una escena donde justamente Harry va a visitarla. Sorpresivamente, la televisión de Sara está encadenada a un radiador (que sirve de estufa, emplazada en la pared). La mujer ha aprendido de la experiencia: Harry, en otras ocasiones, ha sustraído la televisión como también otros elementos de la casa de su madre. Lo que el desarrollo de la historia va a mostrar, es que Harry empeña los objetos como sustento de su adicción a la heroína.  Si Sara es conciente o no de la adicción de su hijo, es algo que solo se puede conjeturar.
Harry vive en Brooklyn, New York, junto a su novia Marion Silver. Esta invernal ciudad contrasta fuertemente con la de residencia de Sara. La adicción que mantiene Harry, por la heroína principalmente, es compartida por Marion. Harry a la vez tiene un socio y amigo, llamado Tyrone. La sociedad que llevan a cabo se dedica a la venta de drogas en las calles de Brooklyn. Planean entre ambos conseguir una cantidad importante de heroína pura, para luego “cortarla” (para “estirarla”) y venderla directamente a los consumidores. El resultado de su plan, de ser exitoso, sería tener una vida tranquila, de confort económico y felicidad, por sobre todo. Harry le promete a Marion esta vida, en la que se incluye la posibilidad de que esta última pueda tener su propio negocio de ropa, ya que ella es diseñadora de indumentaria. La droga es conseguida y, proceso de “corte” mediante,   la venta se pone en marcha. El dinero se acumula en cantidades y el entusiasmo de Harry, Marion y Tyrone es evidente. Su plan, hasta el momento, marcha a la perfección, tal como lo habían abrigado en sus fantasías. En pleno optimismo, Harry le regala una nueva televisión a su madre. Mientras tanto, Sara recibe un llamado telefónico donde se le anunciaba que en algún momento se la contactaría para ser partícipe de un programa televisivo. Dicho llamado se le vuelve una obsesión. Ella desea adelgazar para poder lucir en la televisión un bello traje rojo, que había utilizado por última vez en la graduación de su hijo.  De esta manera, comienza un tratamiento a base de anfetaminas que, al  auto adminístraselas abusivamente, termina volviéndola completamente loca, sumida en delirios y alucinaciones que provocan su internación psiquiátrica. Pero estos sucesos se desarrollan a lo largo de la película, al tiempo que suceden otros importantes en relación a los otros tres personajes. 
En pleno lucro, Tyrone se encuentra en medio de un tiroteo entre mafias que manejan la distribución de drogas en la ciudad. Escapa de la situación, pero es aprendido por la policía. Este suceso accidental, fatal, azaroso en algún punto, provoca un quiebre.  Harry gasta casi todo el capital adquirido hasta el momento en pagar la fianza de su amigo y socio. Se quedan sin dinero y además, se quedan sin drogas. En un mismo momento, la guerra entre narcotraficantes los deja sin dinero y sin posibilidad de poder conseguir la sustancia ilegal que les provee el sustento económico. El no poder conseguir la heroína implica dos problemas: por un lado, ya no podrán seguir vendiéndola. El negocio se ve catastróficamente afectado. Por otro lado, quizás mucho más importante, los personajes se ven frente a la abstinencia del consumo de narcóticos.  El deseo o necesidad de consumir se vuelve un factor indispensable, que lleva a la desesperación enfermiza de los personajes. A partir de allí, todo sigue en un rumbo trágico que parece inevitable. Antes las violentas demandas de Marion, Harry le propone que se prostituya para conseguir la heroína que su adicción le demanda. Ella finalmente accede, primero con un hombre que conocía. Este accionar conmueve a Harry, el cual no puede sacarse la imagen de su novia con otro hombre más que por la vía de la ingesta de drogas.  Por su parte, Harry y Tyrone deciden viajar hasta Florida, donde conseguirían mas sustancias para poder volver al negocio de la venta de drogas. Improvisadamente se encaminan a este destino, al cual nunca llegan. El brazo infectado de Harry, por los reiterados agujazos de heroína, se vuelve peligroso para la salud del mismo. Obligados a visitar a un doctor, éste los denuncia a la policía.  Harry y Tyrone terminan presos. La escena final de la película es interesante: aparece Sara, internada en el hospital psiquiátrico, fantaseando (o delirando), perdida y alegremente, aún con estar en el programa de televisión, vestida de rojo junto a su hijo Harry. Marion, acostada en el sillón de su casa, luego de haber participado de fiestas sexuales a cambio de droga, con el paquete de heroína entre sus manos y una sonrisa escalofriante. Tyrone, en la cama de la cárcel, llorando mientras recuerda la promesa que de chico le había hecho a su madre: “algún día llegaré a ser alguien”. Por último, Harry, también en la cama de un hospital, pero en este caso despertándose luego de la operación que le amputaría su brazo izquierdo. Los cuatro personajes culminan las escenas con la misma postura, la cual es claramente la posición fetal.


Análisis y circuito de la responsabilidad

Del anterior argumento se extrae, para el análisis de la responsabilidad, lo acontecido en referencia al personaje de Harry. Es posible encontrar en esta película, los tiempos lógicos que hacen al circuito de la responsabilidad. Es importante tener en cuenta ciertos detalles del film para poder analizar y comprender el circuito y el cortocircuito en relación a Harry: el azar, los acontecimientos, la culpa, el deseo, el acto, el Otro, la responsabilidad, etc.
Siguiendo el orden lógico, se comienza abordando el tiempo 1. En este se observa aquello que hace al universo particular de la persona en cuestión. Es el universo del discurso que le da consistencia a la vida de la misma. Aquí lo que aparece es esa acción que se lleva a cabo, dentro de lo que enmarca el universo particular mismo, que apunta a la obtención  de determinados fines para los que fue realizada. ¿Cuál sería ese tiempo 1 en relación a Harry? Pues bien, podría pensarse que todas las escenas que lo muestran optimista y enamorado de su novia Marion, disfrutando el uno del otro en una vida ordenada. En este universo particular, Harry aparece direccionado hacia un objetivo específico, que podría llamárselo “el  sueño“. Básicamente, el sueño es conseguir la droga de máxima pureza junto a su socio y amigo, “cortarla” y venderla en las calles de Brooklyn. Con este dinero, asegurarían su futuro, su porvenir y su felicidad. Así mismo, los personajes, entre ellos Harry, muestran ser adictos a las drogas, pero no parece resultarles  egodistónico, sino más bien, egosintónico. La adicción aparece englobada por el universo particular. Mientras siguen consiguiendo la droga, el sustento económico y el sustento de la adicción siguen su curso de manera positiva para el personaje. Nada interpela al sujeto en todo este tiempo.
Pero el azar hace su aparición: una guerra entre bandas de narcotraficantes desbarata el negocio que Harry venia llevando a cabo. Obligado a desprenderse de todo lo ahorrado hasta el momento para liberar a su socio de la cárcel (el cual había quedado repentinamente en medio de un tiroteo de las bandas), y sin posibilidades de poder conseguir mas droga, el negocio se viene a pique. Este suceso provoca el fin de la distribución de heroína en la ciudad. Podría situarse, a partir de este momento, el tiempo 2 del circuito (el momento del cortocircuito). Harry pierde el negocio, el dinero, la droga. Se encuentra ante un exceso que vas mas allá de lo que puede manejar. Las coordenadas que le ofrecía el universo particular, que acaba de resquebrajarse, han desaparecido. Es un momento en que el sueño se desmorona. Este personaje se enfrenta ahora a la incertidumbre, a lo novedoso, a aquello que lo angustia. El sujeto aquí posicionado es interpelado por lo acontecido. Es el “momento propicio para la emergencia de una singularidad que, en consonancia con lo universal, demuestre la incompletud del universo previo junto con la caída de los ideales que allí lo sostenían.” #Pero a pesar de hacerse patente esta incompletad del universo previo, Harry intenta “taponar”, completar y enmendar en respuesta a la interpelación en juego: “Toma la interpelación (…), pero se responsabiliza moralmente y trata de enmendar. Se trata de una culpa moral como respuesta a al interpelación. ”# Cerrando el circuito entre el tiempo 1 y 2, Harry intenta desesperadamente un plan B, ingeniado improvisadamente, para conseguir heroína y volver al negocio de la venta de drogas. Busca abastecerse de droga por esta vía, al tiempo que aconseja a su novia calmar su abstinencia tóxica por medio de la prostitución. Hay entonces, en la figura de Harry, un sujeto que es interpelado por una situación, interpelado a preguntarse por su subjetividad y deseo. Pero el personaje obtura todo esto. Aparecen los reproches de su novia por dejarla sin dinero y sin la sustancia que necesita. En harry aparece la culpa. Dirigido por este sentimiento es que intenta volver al tiempo 1, aquel en el que podía vender drogas y consumirlas junto a su novia. No hay hasta aquí una situación que haga poner en la pista de que el sujeto se haga responsable (justamente donde la culpa aparece como reverso de la responsabilidad no asumida).
Es entonces cuando embarcado en este nuevo plan de improviso, Harry termina obligado a ir a un hospital por la gravísima infección del brazo donde se inyecta la heroína. Es entonces cuando podría pensarse que el sujeto se ubica en el tiempo 3 del circuito de la responsabilidad. La escena deja leer un cambio en la actitud del personaje, un acto responsable que va mas allá del intento de enmendar ese horizonte que ha sido quebrado. Estando Harry en el hospital, este se comunica telefónicamente con su novia. Entre lágrimas, este le pide a Marion que “aguante” (es decir, que aguante la abstinencia). Le dice a su novia que va a volver ese mismo día. Harry demuestra en ese mismo acto que desiste de su plan B. Dejaría de lado el intento de enmendar la situación. Sin guiarse por la culpa, deja de lado su objetivo de seguir en el negocio de la droga y de tratar a toda costa de abastecerse y abastecer a su novia de heroína. Ya no le propone que se prostituya, sino que “aguante”, que el iba a dejar todo eso de lado para volver con ella y quizás, intentar otro tipo de cosas. Seguido esto, Harry es encarcelado, sufre la amputación de su brazo y el film llega  a su fin.

La hipótesis clínica que se podría armar en base a estos tres tiempos gira alrededor de cierta posición que el personaje adopta ya desde el tiempo 1. En el mismo, su universo particular se ordena en base a ser un empresario. En este caso, un empresario de la droga o un “dealer”. En reiteradas ocasiones, es la madre de Harry, Sara, la que fantasea con su hijo vestido de traje y peinado prolijamente, refiriéndose a él como “es mi hijo Harry, un gran empresario.” Inclusive cuando Sara llega al desequilibrio mental, fantasea estar es ese programa de televisión junto a su hijo, el cual es presentado como un exitoso empresario. Dentro aún del tiempo 1, en el que el negocio de la venta de heroína está en su mejor momento, Harry planea comprarle un regalo a su madre. Este le comenta a Marion, su novia: “voy a regalarle algo a mi madre. ¿Y cual es su droga? ¡La televisión! Voy a regalarle un televisor nuevo.” Esta cita es importante a tener en cuenta para el ulterior análisis. Entonces, cuando Harry va de visita a la casa de su madre a llevarle su “droga” (o sea, el nuevo televisor), éste le comenta que le está yendo bien en el campo de los negocios, y se define a si mismo como un empresario (aunque nunca le aclara a que se dedica su empresa). Lo que podría hipotetizarse en base a esto es que Harry, en este tiempo 1, descansa sobre las marcas significantes que provienen del Otro. Su madre lo ha querido empresario, y él asume este papel. Para Harry, ser empresario toma la forma del dealer. Abastece de drogas a los consumidores en las calles, a su propia novia y también a su madre, aunque a esta ultima con una droga que no es la heroína, sino la televisión. Harry es un empresario-dealer y esta posición es la que ordena su universo particular. No es solo un trabajo, es una posición total dentro de la moral particular del personaje.
El tiempo 2 es el soplo que tira abajo la casa de cartas que sostenía a Harry en su papel de dealer o empresario. La situación lo interpela, quiebra su identidad pero en un principio no se hace responsable de este exceso que lo angustia. Pretende a toda costa seguir sosteniendo esa posición de dealer: planifica conseguir más droga viajando a Florida y aconsejar a su novia prostituirse para conseguir heroína. No puede dejar ese lugar de dealer, ni con los consumidores callejeros ni con su novia. Hace cualquier cosa por abastecer de droga, por mantenerse en el rol del dealer.  Podría pensarse que el personaje se responde anticipadamente a la pregunta neurótica, es decir “que me quiere el Otro”, mediante el posicionamiento en la figura del empresario. “Lo que el Otro quiere de mi es que sea un empresario”, podría ser la formula fantasmática de Harry. Es el deseo materno, aquel que no brinda lo necesario para ser significado, el que angustia al sujeto. Reconocer al Otro como deseante implica considerarlo castrado. Considerarlo castrado, va a implicar fatalmente que el sujeto mismo está castrado. La respuesta anticipada, ante el enigma absoluto que presentifica el deseo materno por definición, es la manera de escapar de la angustia, de no saber nada de la castración del otro, y por supuesto, de la de él mismo. Finalmente, en el tiempo 3, Harry parece correrse de este lugar. En un mismo instante, deja de lado la intención de ser dealer. Esto es, desistir del plan de comprar y revender drogas, y mucho mas importante: Harry le dice “aguanta” a su novia, refiriéndose a que no se prostituya para drogarse, que no se drogue en fin. En ese punto deja de ser el dealer que fue y que seguía intentando ser. Es un acto responsable, en el sentido de que dejando de lado la enmienda de la situación, Harry se hace responsable de su deseo. Deja de lado los ideales del tiempo 1, aquellos que le evitaban saber sobre su deseo, que siempre es deseo del Otro. Al dejar de responderse anticipadamente sobre el deseo del Otro, puede ubicarse allí el momento en que Harry asume su propio deseo, consecuente de enfrentarse al deseo del otro sin significar fantasmaticamente. Se abre paso en el campo de la ética, de enfrentarse a otro que desea, corriéndose de los limites apaciguadores que le otorgaba lo moral, con una culpa que mostraba que había una responsabilidad en juego, pero que no es sino hasta ese llamado telefónico que Harry no se vuelve sujeto responsable, en el sentido psicoanalítico: “(...) La responsabilidad interpela a un sujeto, quien debe, o puede, dar “respuesta”, responder, por su acto (…) La responsabilidad la referimos a la singularidad de un Sujeto en acto.”#







Bibliografía

D’Amore, O.: Responsabilidad y culpa. En La transmisión de la ética. Clínica y Deontología. Vol. I: Fundamentos. Letra Viva, 2006.

Domínguez, M. E.: Los carriles de la responsabilidad: el circuito de un análisis. En La transmisión de la ética. Clínica y Deontología. Vol. I: Fundamentos. Letra viva, 2006

Freud, S.: (1925) LA responsabilidad moral por el contenido de los sueños. En Algunas notas adicionales a la interpretación de los sueños en su conjunto. Obras completas. Tomo XIX, Amorrortu editores. 1984.

Mosca, J. C. (1998). Responsabilidad, otro nombre del sujeto. En Ética: un horizonte en quiebra. Eudeba, Buenos Aires.

Salomone, G. Z.: El sujeto dividido y la responsabilidad. En La transmisión de la ética. Clínica y Deontología. Vol. I: Fundamentos. Letra Viva, 2006