¿Sirven los
Psicofármacos?
Según el efecto
que provoquen, pueden encontrarse los siguientes grupos de psicofármacos:
ansiolíticos, antidepresivos, antipsicóticos e hipnóticos, entre otros. Dentro de cada
grupo hay una gran diversidad de drogas y marcas que deben ser prescriptas por
un profesional médico.
Si los
psicofármacos tienen efectos absolutamente demostrables, quedaría por sentado
que sirven. Y podemos afirmar que sirven, sin lugar a dudas. Quizás la pregunta
más importante sea esta: ¿Para qué sirven los psicofármacos?
Podría decirse que
la medicación psiquiátrica actúa directamente sobre el organismo, inhibiendo o
estimulando sus funciones según el cuadro clínico que amerite tal o cual
efecto. Por ejemplo, si se trata de un cuadro depresivo, el fármaco actuará en
el cuerpo provocando una estimulación intentando revertir el ¨ aletargamiento ¨
del paciente. Por otro lado, si el padecer se asocia a cuestiones de ansiedad
lo que se prescribirá será, lógicamente, un ansiolítico que inhiba el mecanismo
físico que da lugar a tal manifestación en la persona.
Pero, ¿es lo mismo
impedirle al cuerpo sentir el padecer que solucionar lo que lleva a la persona
a tal sufrimiento?
Muchos pacientes
que tienen o tuvieron la experiencia del psicofármaco expresan que, bajo los
efectos de la sustancia, ¨ no son ellos mismos ¨ o ¨ están como adormecidos ¨. Esto
sucede así porque la medicación sirve, si, pero a modo de analgésico del alma , si se me permite la expresión.
Si bien es el
organismo el sostén de las sensaciones, no significa que sea el causante de las
mismas. Comparar un cuadro de alteración orgánica (por ejemplo, causado por un
virus) con uno de padecimiento psicológico, como si fueran equivalentes, lleva
a que muchos profesionales aborden la problemática de una manera no del todo
favorable.
Desde el
psicoanálisis lacaniano se aborda la enfermedad mental desde 3 registros
fundamentales: lo real, lo simbólico y lo imaginario. Sin entrar en detalles
excesivos, la tendencia de la psiquiatría contemporánea es intervenir casi pura
y exclusivamente en uno de esos tres registros: el de lo real del cuerpo. Se
comprenderá rápidamente que la idea del psicoanálisis no es dejar de lado el
interés por lo orgánico, sino de que éste sea incluido junto a los otros dos, al
mismo tiempo que la psiquiatría excluye lo simbólico y lo imaginario. En otras
palabras, mientras que la psiquiatría reduce la problemática a la naturaleza de
las sinapsis neuronales, el psicoanálisis intenta abrir el campo de
intervención e introducir el cuerpo como parte de la problemática, no como el
inicio y el fin de la misma.
Un ejemplo
sencillo graficará mejor lo expuesto: una persona que pierde sorpresivamente su
trabajo puede sentir un incremento de la ansiedad (aunque no necesariamente
tuviera que suceder de esta manera). Se puede medicar a esa persona para
inhibir las funciones orgánicas que le permiten sentir esa ansiedad, pero poco
se soluciona la problemática que dio lugar a la aparición de ese malestar, que
está relacionado con la vida de esa persona. El trabajo puede representar para
esa persona el real sustento de vida de él y de su familia, al mismo tiempo que
también pueden ponerse en juego cuestiones imaginarias donde el ego o el yo
sufre una herida grave, dependiendo del lugar simbólico e inconciente en que
ese trabajo se ubicaba en la trama psíquica del paciente.
El psicoanálisis
no niega la importancia de la intervención por medio de psicofármacos, sino que
los incluye como posibilidad según el caso y entendiendo que lugar ocupa y cual
es la limitación de los mismos.
En conclusión, la
medicación psiquiátrica sirve, por lo general, para calmar un padecer y hacer
desaparecer una sintomatología especifica, pero nada puede hacer para resolver
lo que dio lugar a ese cuadro.
Por Lic. Esteban Fernandez
MP 83605/ MN 50316
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